sábado, 17 de abril de 2010

FAUNA ARGENTA: Los conductores de 4 x 4

Que las calles de cualquier ciudad de este país, sean éstas de una capital de provincia o de un perdido pueblo en una inhóspita zona rural, se han convertido en una jungla donde mandan y sobreviven sólo los más fuertes, no es una novedad para nadie. Dentro de este escenario, desde hace unos años los laureles se los llevan los conductores de camionetas 4 x 4, no importa la marca, el color o la nacionalidad de éstos modernos vehículos. La composición de esta agresiva especie de la fauna argenta es bastante ecléctica, pudiendo encontrarse desde jóvenes bien a quienes papá les presta la camioneta para que refuercen su autoestima, empresarios importantes y no tanto, personajes de la política, deportistas con ansias de notoriedad, gente de campo que maneja en la ciudad como en la inmensidad de la llanura pampeana, mujeres lindas, jóvenes y descerebradas con el encanto suficiente como para tener un novio o esposo con el dinero necesario para comprarles este juguetito y mantenerlas de compras en el shopping o buscando a los chicos del colegio sin romper la paciencia en casa; en fin, como se verá, de todo un poco, pero con un denominador común para la mayoría de ellos: la prepotencia. Para estos sujetos, cuando están al mando de sus poderosos vehículos, nada es imposible ya que el código de educación vial no existe; se puede pasar semáforos en rojo, girar a la izquierda en avenidas, circular en contramano, estacionar en la vereda, en doble fila, a la par del obelisco o en la entrada de un garage, andar a 100 km/h en una calle de barrio, pararse en una senda peatonal, encerrar a otros conductores, rebasar vehículos en ruta por la derecha, encandilar con las luces, salpicar sin consideración a los pobres peatones o motociclistas en un día de lluvia, y mil delicadezas más que los convierten en elementos verdaderamente temibles (mientras están arriba de su camioneta, claro está, porque fuera de ellas pierden toda su fiereza y se comportan como mansos corderitos de corral). Y el resto de la población, nada de querer quejarse, eh, porque desde arriba lo miran a uno con cara mitad extrañada y mitad suficiente, como preguntando "qué pasa, no ves la máquina que tengo ?, puedo hacer lo que se me cante". Por eso, estimado lector, como el lema de estos depredadores del asfalto es "el tamaño sí importa", y no parece haber una solución para este flagelo (al menos en el corto plazo), hágame caso, si en una esquina o en un semáforo se topa con en especimen de esta clase, lo mejor que puede hacer es correrse a un costado, respirar hondo y alejarse del peligro lo más rápido posible, su salud va a quedar agradecida.

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