Señoras y señores, aunque ustedes no lo crean, parece ser que no está todo perdido en la justicia argentina. El Consejo de la Magistratura decidió por unanimidad destituir de sus funciones al (hasta hoy) juez Federico Faggionatto Marquez por diversas irregularidades en el ejercicio de sus funciones. Nada mal para la tan devaluada justicia nuestra de cada día que los jueces y legisladores honestos empiecen a limpiar la casa y separar a los malos funcionarios. Es una excelente señal para una sociedad que desespera por volver a confiar en sus instituciones fundamentales, y vaya si lo es el Poder Judicial. Este caso se suma al de la inefable (ex) jueza Rosa Parrilli (aquella a la que le molestaban las empleadas "morochas", se acuerdan, no ?), por lo que parece ser que soplan favorables vientos de cambio en el ámbito de quienes deben encargarse de que se cumplan las leyes. La nota de color la dió el senador radical Ernesto Sanz, quien declaró que "A los buenos jueces, que los hay, les decimos que se puede trabajar. Y a los malos jueces, que se pongan las barbas en remojo porque la justicia tarda en llegar, pero llega". Buenísimo, o sea, mi querido Ernesto, que no debemos perder las esperanzas de que alguna vez, en un futuro no demasiado lejano, la depuración llegue tambien al Congreso. Va a ser maravilloso saber, allí también, cuántos pares son tres botas.
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