domingo, 28 de marzo de 2010

FAUNA ARGENTA: El Político

Dentro de las distintas capas que conforman el tejido social de una población se destacan siempre personajes que responden a un estereotipo, un modelo de comportamientos y actitudes que les dan una entidad propia y los diferencian del resto y que denominaremos genéricamente, en este caso, "fauna argenta". Y si de hacer este análisis se trata, el político argentino ocupa un merecido y casi obligado primer lugar. Con el paso del tiempo los motivos que llevan a un ciudadano común a incursionar en el ámbito de la política han cambiado en una pequeña sutileza, algo tan simple como el pronombre "SE", el cual, colocado traviesamente ha girado en 180° las intenciones de un político. Antes (bastante antes, para ser sinceros) la política era una herramienta para servir a la patria. Ahora, en cambio, pasó a ser una herramienta para servirSE de la patria. Como verán, un pequeño pero nefasto cambio. A menudo se dice que estos personajes pululan por la función pública para acumular fortuna y poder en su propio beneficio, lo que a simple vista los colocaría como muy egoístas, en el mejor de los casos. Sin embargo esto no es del todo cierto, suelen ser sumamente generosos con la gente, siempre que pertenezcan a su círculo familiar o de amigos íntimos, a quienes no dudan en obsequirles cargos, propiedades, negocios (lícitos y de los otros, en su gran mayoría),  impunidad y el privilegio casi sin excepcion de convertirlos en sus testaferros de todos aquellos bienes que, seguramente por una cuestión de sensibilidad (no herir al pobre pueblo ostentando lo que con tanto "sacrificio" han conseguido) no desean poner a su nombre. Por supuesto en esto no se debe generalizar, tambien hay gente honesta que intenta que las cosas cambien para bien y tiene una real vocacion de servicio. Pero, para que engañarnos, son los bastante menos. Y bien, llegado el punto, la pregunta del millón sería "cómo se distingue un político honesto de uno que no lo es ?". En realidad no es tan complicado, sólo hay que hacer un pequeño ejercicio donde la memoria y las 4 operaciones matemáticas no deben estar ausentes: si usted no es un agraciado que gane un buen sueldo, debe conocer a alguien que sí lo sea, digamos, un gerente o supervisor de alguna empresa privada de nivel medio y que vive en su barrio; bueno, haga un poco de memoria y vea cómo vive, si es propietario o alquila, que auto tiene, si veranea y en donde, cosas normales de cualquier trabajador. Ahora, bien, resulta que usted tambien conoce a, llamemosle cariñosamente,  Pepito, que es, digamos, concejal, un cargo no demasiado extraordinario, uno de los primeros escalones en la función pública. Más o menos gana lo mismo que su vecino gerente o supervisor, por lo que sus niveles de vida deberían ser semejantes. Y la respuesta la va a encontrar de seguro en esa comparación; si, efectivamente, Pepito vive de acuerdo a un ingreso de un modesto funcionario público, todo está seguramente en orden. Ahora, si por el contrario, el amigo concejal Pepito pasa en seis meses de vivir en una casa de barrio a una mansion de dos plantas en un country exclusivo, adquiere una casa de fin de semana en algún sitio turístico de primer nivel, pasa de tener un modesto auto de modelo no demasiado actualizado a uno importado 0 km. y una camioneta 4x4 con chofer, si empieza a andar con custodios, si sus hijos pasan de estudiar en una escuela pública a un colegio privado cuyas cuotas son privativas, y un año despues se compra un campo, y hacienda.... bueno, vea, por si no se dio cuenta todavía, eso no se puede hacer con un sueldo de u$s 1.500.-, así que algo raro hay. Se dicen muchas cosas, que corre mucho dinero, que se compran voluntades, que hay retornos en las adjudicaciones de los servicios, que se sobrefacturan las obras públicas, que se quedan con una parte de lo que cobra la pobre gente que accede a un plan social, etc, etc, etc. Son cosas casi imposibles de probar, pero ante la sospecha de este tipo de situaciones las respuestas nunca satisfacen a nadie porque son lisa y llanamente una burla a la inteligencia del ciudadano. Otras cualidades que distinguen a estos personajes son el pragmatismo que les sirve para cambiar de ideología y de convicciones con la velocidad de una centella si la situación lo requiere; hoy pertenecen a un partido de izquierda, mañana a uno de derecha, pasado a uno liberal, o de centro, o de lo que sea con tal de no quedar al margen del reparto de la torta. En épocas de campaña electoral prometen hasta que lloverá oro del cielo y son capaces de besar a un muerto con tal de conseguir un voto (no se olviden que en el planeta argento los muertos tambien votan). Despues, si tienen la suerte de ganar, se encierran en sus oficinas y escudados en cientos de secretarios privados y asesores se olvidan de todo, menos de facturar para ellos y su posteridad, todo en aras de servir a la patria, claro. Tal vez el mayor problema radique en que nosotros nos olvidamos hace tiempo de hacerles entender a estos señores que ellos son empleados nuestros, puestos por nosotros para que dirijan a la nación por un período de tiempo, y no una casta privilegiada para quienes no rigen las leyes comunes ni la obligación de rendir cuenta de sus actos públicos. Pero a no desesperar, mientras exista la democracia, siempre se tendrá la posibilidad de echar a estos tipos por medio del voto, poniendo en su lugar a gente que se parezca, aunque solo sea un poquito más, a aquellos proceres que tanto le dieron a este país.

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